miércoles, 8 de diciembre de 2010

"Un fuego chisporroteante en la cabeza". Discurso Nobel de Mario Vargas Llosa


Foto perteneciente a la Agencia EFE

El termómetro marcaba nueve grados bajo cero cuando, a las cuatro y media de la tarde, se abrieron las puertas del salón de conferencias de la Academia sueca para dejar entrar al grupo de entusiastas que, haciéndole frente al frío, habíamos llegado para presenciar el discurso Nobel de Mario Vargas Llosa.

Quienes desfilábamos por los elegantes pasillos del recinto académico no éramos en absoluto, como quizás muchos pensaran, un grupo privilegiado. En línea con la tradición democrática sueca, las entradas para el acto durante el cual el flamante Premio Nobel de Literatura pronunciaría su discurso, se repartieron gratuitamente a todo aquel que así lo deseara. Ricos o pobres, suecos o extranjeros, intelectuales, trabajadores o desocupados, todo aquél que quiso obtener una entrada tuvo que simplemente seguir los pasos que la institución Nobel había dispuesto con anterioridad: hacer cola a la intemperie con un frío inhumano el día previsto por los organizadores. Pero el empeño cosecha siempre sus frutos, y luego de un par de horas de amena conversación en la cola, las 60 entradas se acabaron en tres minutos.

Unas semanas más tarde, llegó la fecha esperada. La atmósfera del salón de conferencias de la Academia Sueca, de aspecto elegante pero no pomposo, brindaba un toque especial a este acontecimiento. Entre los presentes se notaba una cierta expectación nerviosa y, a la vez, un aire de solemnidad. Unos cuantos puestos estaban obviamente reservados, pero eran apenas unas bancas: para los académicos suecos, para la familia y los amigos más cercanos del galardonado y para unos pocos representantes de las Embajadas (del Perú y de España). Un puesto especial tuvo la legendaria agente literaria Carmen Balcells, quien, en silla de ruedas, presenció el acto notoriamente emocionada. El resto de la audencia estaba conformado por una mezcla de suecos, españoles, peruanos y latinoamericanos de distintas procedencias. El salón de conferencias de la Academia es relativamente pequeño, y permite la presencia de alrededor de un centenar de personas.

Mario Vargas Llosa, más pequeño y más anciano de lo que algunas fotos profesionales lo muestran, y al parecer todavía magullado por una caída ocasionada por la falta de costumbre de caminar por las calles de hielo de esta ciudad, hizo su entrada al recinto seguido por su esposa Patricia. Luego de una brevísima presentación por parte de Peter Englund, el Secretario Permanente de la Academia Sueca, el escritor peruano inició su discurso con voz clara y porte decidido. Su conferencia, “Elogio de la lectura y la ficción”, fue leída por este escritor profesional, con experiencia en trajines políticos, en aproximadamente cincuenta minutos.
Foto perteneciente a la Agencia EFE

Por esos efectos relámpago que nos hacen amar a Internet, el discurso ya estaba en el ciberespacio a los pocos segundos de haberse pronunciado. La mejor cara de la globalización hacía posible que los interesados de todas partes del mundo pudieran acceder al texto (en su original en castellano, y las traducciones al inglés y al sueco) inmediatamente. El discurso está ya al alcance de todos y no fue privilegio de los oyentes del día. Ya los expertos analizarán su contenido; los seguidores de Vargas Llosa lo ensalzarán y sus detractores lo descalificarán, todo es cuestión de gustos y perspectivas. Pero que la lengua castellana, en la voz de un representante de América Latina, sonara en los renombrados salones de la Academia sueca, fue un momento de orgullo y emoción.

Varios pasajes del discurso fueron, a mi juicio, de una calidad indiscutible, sobre todo aquellos que describen a la literatura como valor imprescindible de la existencia humana: “Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola”.

La función de la literatura como puente de unión entre los seres humanos de distintas culturas fue un tema muy apreciado por el público presente, dado que la discusión del pluralismo cultural es tema candente en este país desde el avance del partido xenóbofo sueco en las últimas elecciones. El partido Demócratas de Suecia (Sverigedemokraterna) cuestiona seriamente la apertura al multiculturalismo que ha sido desde siempre un pilar en la sociedad sueca. Ahora decía Vargas Llosa: “La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. (...) La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez”.

Más adelante, Vargas Llosa logró describir la ausencia de conflicto entre ser ciudadano del mundo y a la vez amar a su patria. Tomando distancia de los nacionalismos fanáticos, que separan a los seres humanos por razones geográficas, étnicas o políticas, el Premio Nobel reivindicó el derecho a sentirse, a la vez, peruano y universal. Luego de declarar su amor y su agradecimiento a Francia, por haberle albergado y nutrido intelectualmente, y a España, por haber sido el país que le ofreció una ciudadanía cuando arriesgaba verse privado de la suya propia, Vargas Llosa declaró su amor al Perú: “Al Perú yo lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, gocé, sufrí y soñé. Lo que en él ocurre me afecta más, me conmueve y exaspera más que lo que sucede en otras partes. No lo he buscado ni me lo he impuesto, simplemente es así.”

La patria, sin embargo, no coincide siempre con los límites geopolíticos de un país, sino que es el conjunto de lugares donde se ha vivido y amado, de donde se nutren los recuerdos. Y no menos, las personas queridas. Y el homenaje más emotivo de Mario Vargas Llosa fue dedicado a su esposa Patricia: “El Perú es Patricia. (...) Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: ‘Mario, para lo único que tú sirves es para escribir’”. Fue el único momento del discurso en que la voz se le quebró.

La conferencia, de doce páginas, contiene mucho material: sobre literatura, libertad de expresión, política, recuerdos personales y agradecimientos. Pero el tema que lo recorre es el amor a la literatura y la idea fundamental de que la lectura y el ejercicio de la ficción nos mejora, da sentido y trascendencia a ese período limitado de tiempo que vivimos sobre la tierra. La literatura, esa “manera de vivir con ilusión y alegría y un fuego chisporroteante en la cabeza” es la pasión que eleva a Mario Vargas Llosa y que lo ha hecho merecedor del Premio Nobel de literatura 2010.

Una vez terminada la conferencia, los oyentes nos dispersamos lentamente, luego de haber tenido la oportunidad de fotografiar y hasta estrechar la mano del galardonado. Iluminados y abrigados por el calor de ese “fuego chisporroteante”, los diez grados bajo cero que nos recibieron a la salida parecían, misteriosamente, mucho más soportables que a la entrada.

Foto perteneciente a Scanpix Sweden

domingo, 21 de noviembre de 2010

LOS DEMONIOS EXISTEN Sobre creatividad y locura.


La relación entre creatividad y locura no es un tema nuevo. A lo largo de la historia de la literatura y el arte se ha podido comprobar que, con frecuencia, las personas poseedoras de una gran capacidad creadora son muchas veces aquellas que también tienen propensión a desarrollar trastornos psíquicos. Esta relación ha dado objeto a un sinnúmero de estudios y reflexiones, y no cuesta mucho esfuerzo formular una lista con ejemplos de creadores cuyo talento ha florecido en forma paralela a perturbaciones psíquicas o desarreglos emocionales. Obviamente no es la locura un requisito indispensable para la creación, y a nadie se le ocurriría afirmar que todos los enfermos mentales sean genios. Sin embargo, es interesante notar la existencia de un grupo de artistas cuya producción, por ejemplo, está marcada por estados maníacos de producción ilimitada, seguidos de períodos de depresión profunda. Otros han dado testimonio de síntomas específicos, como alucinaciones visuales o auditivas, sueños turbulentos y sensibilidad exacerbada. Estos síntomas, que con frecuencia han causado gran sufrimiento a sus poseedores, muchas veces han resultado en exquisitas obras de arte, música o literatura. En relación directa con ciertos estados de desequilibrio psíquico o emocional pueden también mencionarse los numerosos casos de suicido. Creadores como Vincent Van Gogh, Edvard Munch, Sylvia Plath, Arthur Rimbaud, August Strindberg, Virginia Woolf o Alejandra Pizarnik testimonian la relación trágica entre ciertos estados mentales en muchos casos inseparables: creación y locura.
"El grito" de Edvard Munch

Hasta el momento, la relación entre creatividad y locura ha sido estudiada fundamentalmente desde el punto de vista histórico-biográfico y psicológico, documentando y estudiando los casos individuales en los cuales los trastornos mentales parecen haber abierto las puertas del genio creador. Se han estudiado las condiciones de vida de los artistas, el promedio de edad, la relación de la creatividad con el uso de drogas y alcohol, la tendencia al suicidio y otros datos que dan por sentado que esta inquietante relación es un hecho. Sin embargo, no se había dado a conocer ningún estudio de tipo neurobiológico sobre el fenómeno hasta hace muy poco, cuando los investigadores suecos del Instituto Karolinska de Estocolmo, Fredrik Ullén y Örjan de Manzano, presentaron un detallado informe al respecto. 

En este trabajo, Ullén y de Manzano estudian los procesos cerebrales que demuestran que el sistema de dopaminas en el cerebro de personas creativas semeja en muchos aspectos al de personas con el diagnóstico esquizofrenia. ¿Cómo funciona este sistema? A diferencia de las personas “normales”, el sistema de dopaminas (subtipo receptor D-2) de las personas creativas no filtran de manera tan estricta el torrente de impresiones sensoriales (visuales, auditivas, olfativas, etc) con el que estamos en contacto todo el tiempo, lo cual aumentaría la capacidad del individuo de percibir relaciones y crear asociaciones originales y, a veces, extravagantes o delirantes. Desde el punto de vista de la creatividad, este sistema puede originar una corriente inagotable de ideas e inspiración, pero desde el punto de vista de la enfermedad, puede conducir al paciente a la confusión y la angustia. En resumen, una hiperestimulación que podría provocar tanto procesos creativos como desórdenes psicóticos (1). Ullén y de Manzano aclaran que ésto no significa que una persona que sufre de esquizofrenia automáticamente sea más creativa, y que en el caso de serlo, la enfermedad con frecuencia dificulta la concreción de la capacidad creadora. Según los investigadores, muchos creadores provienen de una familia con propensión a ciertos desórdenes psíquicos, y algunos pueden inclusive ser afectados por la enfermedad durante ciertos períodos de su vida.

El estudio de Ullén y de Manzano ha despertado el interés internacional, lo cual extraña un poco a los investigadores. Según ellos, es ya bien sabido que personas de gran creatividad, con más frecuencia que otras tienen en su familia casos de enfermedades psíquicas, como la enfermedad bipolar o maníacodepresiva y esquizofrenia. Y que desde todos los tiempos se sabe que el límite entre locura y creación es difuso e imposible de definir. La meta de los estudiosos fue simplemente documentar los mecanismos (algunos de ellos) que nuestro cerebro pone en funcionamiento durante el proceso de creación, comparándolo con los de la enfermedad para, en el mejor de los casos, dar un conocimiento más profundo y matizado de las mismas. Los estudiosos suecos creen hallar aquí la explicación de por qué los genes que conducen a la enfermedad mental no han desaparecido a través de la evolución: cuando la persona que los posee logra encontrar el equilibrio, potencian su capacidad creadora.
"Separación" de Edvard Munch

Otra meta del equipo de investigadores del Instituto Karolinska es profundizar la comprensión de los mecanismos de la creatividad con el objeto de implementar estrategias para entrenar y desarrollar el pensamiento creador. Estudios anteriores han demostrado que el primer paso de la creatividad es la capacidad de producir una gran cantidad de ideas y alternativas en una especie de corriente denominada flow, un estado de concentración y gozo que ciertas personas experimentan durante el ejercicio de actividades intelectuales estimulantes. Sin embargo, Ullén y de Manzano están firmemente convencidos de que el secreto de una conducta creativa exitosa reside en la combinación de creatividad y disciplina. Para ser creativo, es necesario también poder ordenar las ideas y tener la capacidad de llevarlas a la práctica. Un torbellino continuo y desordenado de ideas sólo generaría confusión y caos. 

Científico y humanista

"Noche estrellada" de Vincent van Gogh

El estudio de Ullén y de Manzano ha suscitado gran interés, no sólo por sus resultados sino por ser uno de los investigadores - Fredrik Ullén- una figura destacada de la vida cultural sueca. Fredrik Ullén es docente de la cátedra de Neurología Cognitiva en el Instituto Karolinska de Estocolmo, además de trabajar en el Stockholm Brain Institute, donde dirige un equipo de investigadores especializados en el tema neurobiolgía de la música. Y además de esta brillante y exigente carrera profesional, Ullén es también un destacado pianista. Con una larga carrera como concertista y con numerosos discos grabados y premiados, Ullén ha sido reconocido como un virtuoso de técnica casi perfecta y gran sensibilidad. Cómo logra Ullén combinar estas dos actividades de tanta exigencia puede quizás explicarse en la receta que él mismo nos revelara anteriormente: combinación de creatividad y disciplina. “- Yo me considero tanto un científico como un humanista. El desarrollar ambos aspectos enriquece mi vida”- dice. Otra de las claves de esta combinación de roles es una zona en común donde el ejercicio de la música, y la investigación y reflexión sobre los mecanismos de creación, se cruzan. Los límites entre el trabajo y el tiempo libre también son fluctuantes, y cuando un creador trabaja con lo que es su pasión no quiere, ni puede, descansar.

El campo en el que Fredrik Ullén ha trabajado más y en el cual se siente más a gusto es el de la música. Ullén estudiado a un gran número de pianistas profesionales y demostrado que el entrenamiento musical desde la infancia produce transformaciones anatómicas en el cerebro. Cuánto más un pianista ha practicado en su niñez, más desarrollados son sus circuitos nerviosos en determinadas secciones del cerebro. La relación entre una educación musical temprana y un alto coeficiente intelectual también se ha comprobado científicamente. Sin embargo, Ullén no cree en absoluto en el llamado “efecto Mozart”, que postula que el escuchar música clásica nos hace más inteligentes. Pero crear música, eso sí entusiasma a este original músico y científico.


Los "demonios" bergmanianos

Dibujo de Alejandra Pizarnik

El cineasta sueco Ingmar Bergman se refería con frecuencia a sus “demonios”. Fuerzas que se apoderaban de él y lo precipitaban a la creación, pero también a la angustia. Así como su admirado August Strindberg, quien obedecía a lo que él llamaba los “poderes” (makterna), así Bergman solía adjudicar a sus “demonios” un poder intenso sobre su espíritu. En Lanterna magica dice (durante una hospitalización): “Atravieso un período de intenso sufrimiento. Protestando contra las indicaciones de los médicos, he abandonado completamente el valium y el mogadón. El efecto es inmediato. La angustia reprimida estalla como una llamarada, el insomnio es total, los demonios están enfurecidos y creo que las detonaciones en el interior de mi cuerpo me destrozarán.” (2). 

Fredrik Ullén y Örjan de Manzano han simplemente confirmado lo que muchos creadores testimoniaron y testimonian en sus obras y su vida: que los “demonios” realmente existen, y que muchos artistas han debido pagar un precio muy alto por sus excepcionales obras de arte.


Algunos ejemplos de creadores atormentados por enfermedades psíquicas:

Vincent van Gogh (1853–1890): célebre pintor holandés, uno de los representantes más destacados del expresionismo. Trabajó con intensidad aún durante períodos de depresión y melancolía. Internado durante un año en un hospital psiquiátrico, al poco tiempo de salir de la internación, se suicidó.

"Autorretrato con cigarro" Edvard Munch
Edvard Munch (1863–1944): pintor noruego. Reconoció recoger inspiración de sus trastornos psíquicos. Una de sus obras más conocidas, El grito, se incluye en una serie de pinturas denominadas El friso de la vida, cuyo tema es el aislamiento y la angustia. 

Virginia Woolf (1882–1941): escritora inglesa. Representante del modernismo literario, su escritura es considerada una de las más renovadoras de la lengua inglesa. Sufrió de crisis psicóticas durante toda su vida, pero logró sin embargo dar cauce a su atormentada creatividad en una obra literaria de gran calidad. Se suicidó a los 59 años.

August Strindberg (1849–1912): narrador y dramaturgo sueco. Vivió una vida tumultuosa y fue una figura dominante de la vida literaria y cultural de Suecia. Sufrió varias psicosis que, entre otras cosas, le sirvieron de fuente de inspiración para su obra Inferno.

Alejandra Pizarnik (1936- 1972) poeta argentina fuertemente influida por el surrealismo. Una de las voces líricas más originales de América Latina. Su extrema sensibilidad la llevó desde temprano a la adicción a las anfetaminas y otros psicofármacos. Sufrió períodos de depresión e intentó suicidarse varias veces. Internada en un hospital psiquiátrico en Buenos Aires, se suicidó durante un permiso de fin de semana con una sobredosis de barbitúricos a los 36 años.
 Ingmar Bergman cuenta acerca de sus demonios (en sueco): http://www.youtube.com/watch?v=UHcodzEEhLQ

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Comala

Comala



                           “-Tú crees en el infierno, Justina?
                             -Sí, Susana. Y también en el cielo.
                            -Yo sólo creo en el infierno-dijo. Y cerró los ojos.”
                                                            Juan Rulfo. Pedro Páramo


Tengo la boca llena de tierra
quieren que diga
Susana
tierra en los ojos
en las concavidades de los ojos
en las cuencas vacías
del esqueleto
en las quijadas olorosas
a jazmín y limón
de Susana.

Se me llenan de tierra
los huecos de la nariz
las cavernas de los oídos
las vértebras
las uñas
los delicados metacarpos
La cara contra el barro
quieren
como a Matilde Arcángel
caída sobre el lodo
quieren que diga.

Tengo la boca llena de tí,
de tu boca
murmura Susana
en un murmullo
un puro grito
de rebeldía,
mientras las estrellas
enhebran la noche
de Comala

martes, 26 de octubre de 2010

BOLAÑOMANÍA



Hace unos años, a raíz de la traducción de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño al sueco, le escribía a mi amigo Jorge Gómez Jiménez, diciéndole que esperaba que ése fuera el inicio de la “bolañomanía" en Suecia. La publicación de Los detectives por la pequeña pero muy renombrada editorial Tranan, en la soberbia traducción de Lena E. Heyman, había recibido excelentes críticas y las expectativas del público de saber más sobre Bolaño hicieron pensar que pronto veríamos más títulos del escritor chileno en las librerías suecas.

 Lo cierto es que tuvieron que pasar dos años antes de que Tranan lanzara otra novela de Roberto Bolaño. Esta vez fue Nocturno de Chile que se dió a conocer en sueco, de manos de la misma traductora. Y si bien la crítica volvió a elogiar con entusiasmo la calidad del texto, el éxito de ventas fue muy limitado.

Portada de Los Detectives Salvajes en sueco
La historia de la publicación de Bolaño en sueco tiene que ver con la historia de la editorial Tranan. Fundada en 1997 por el ex-profesor y experto en cooperación internacional Styrbjörn Gustafsson, la editorial tuvo como objetivo dar a conocer en Suecia la literatura del llamado Tercer Mundo. Es decir, en un mercado saturado de las novedades anglosajonas, el esfuerzo de Tranan de introducir literatura de calidad del ámbito no-europeo fue cálidamente acogido por los críticos y la intelectualidad sueca en general. Pero no es fácil sobrevivir con sólo buenas intenciones y la situación de Tranan es un testimonio de ello. Aunque los textos publicados suelen recibir excelentes críticas y aparecer en las listas de recomendados de los suplementos culturales de los periódicos, las ventas suelen ser limitadas. Cuentistas vietnamitas, novelistas hindúes, ensayistas mexicanos: Tranan apuesta a la calidad, pero esa apuesta raras veces hace ricos a los editores.

En el caso Bolaño, Tranan tuvo el coraje de lanzar Los detectives salvajes, una gruesa novela (más de 700 páginas) de un – hasta entonces – desconocido escritor chileno, plagada de referencias políticas e históricas locales y guiños literarios muy difíciles de traducir. Este hecho es muy meritorio, pero el problema es que este proceso, desde la adquisición de derechos hasta el lanzamiento del libro al mercado –ya de por sí largo para muchas editoriales- para las editoriales independientes suele resultar extremadamente largo. Tranan tardó tres años desde la decisión del lanzamiento de Los detectives salvajes, hasta que el libro llegó al mercado. Afortunadamente, la Agencia Leonahrdt & Höjer, que en ese entonces poseía los derechos de los libros de Bolaño, no tuvo objeciones al proyecto.

 El forcejeo por 2666


Portada de 2666 en sueco
 Pero el libro más esperado de Bolaño era, sin duda, 2666, su novela póstuma. A mediados del 2009 Lena E. Heyman ya había iniciado el proceso de traducción al sueco y la editorial Tranan esperaba solamente el visto bueno de Wylie Agency (actual poseedora del derecho de venta de las obras de Bolaño) para lanzarla al mercado. La sorpresa fue que la nueva agencia, a espaldas de Torbjörn Gustafsson, había contactado a la editorial sueca más poderosa, Albert Bonniers förlag (1), para ofrecerle los derechos de 2666 y otras obras del mismo autor. Bonniers aceptó inmediatamente y anunció repentinamente la pronta aparición de 2666 bajo su sello editorial. Esta circunstancia despertó una gran polémica en el ámbito editorial sueco, dado que, hasta ese momento, un autor “pertenecía” a la editorial que lo había “descubierto”. Es decir, cuando una editorial pequeña como Tranan había asumido el riesgo de publicar a un autor de calidad pero desconocido para el público sueco, y había logrado un éxito con su lanzamiento, el llamado “código de honor” editorial estipulaba que ese autor debía seguir perteneciendo a Tranan, aunque desde el punto de vista legal el negocio era correcto.

El suceso generó un debate entre Gustafsson, quien calificó el hecho de “robo, al menos en sentido moral” ya que nunca había “perdido” a un escritor de esa manera, y Stephen Farran-Lee, editor de Bonniers, quien respondió que este procedimiento no era nuevo en el mundo editorial y que él respetaba el derecho de los sucesores de Bolaño, quienes prefirieron una editorial establecida para la difusión de la obra del escritor chileno. Finalmente, los ánimos se caldearon, Gustafsson aceptó los hechos (reconociendo que su editorial no tenía la capacidad económica para mejorar la oferta de la competencia) y 2666 se publicó finalmente a través de Bonniers, quienes, afortunadamente, tuvieron el tino de contactar a Lena Heyman, quien ya tenía la traducción muy avanzada.

2666 acaba, entonces, de aparecer en sueco y la recepción no pudo ser más elogiosa. Los críticos han puesto por las nubes la obra magna de Bolaño, calificándolo de obra maestra, innovadora, inolvidable. El crítico literario Fabian Kastner del Svenska dagbladet (uno de los dos matutinos más importantes de Suecia) concluye su reseña diciendo: “Después de haber leído atropelladamente todo el libro en menos de una semana, puedo solamente dar cuenta de mis impresiones más inmediatas: una sensación casi religiosa de haber experimentado algo regocijante, asombroso, casi sublime”. Jonas Thente, crítico del Dagens Nyheter (el otro matutino) y temprano admirador de la obra de Bolaño, no había podido esperar a la traducción del sueco y ya en el 2009 había reseñado la traducción al inglés de 2666, diciendo que su lectura lo había sumido en un “estado agudo de felicidad”. El comentario más corto, y quizás el más certero, de 2666 fue el del crítico Nils Schwartz: “ difícil de resumir, imposible de olvidar”.

Esperemos que la “bolañomanía” que tan agudamente afecta a críticos y escritores suecos, afecte con la misma intensidad al público lector. Y que nadie se olvide que el vaticinado éxito de ventas de 2666 se deberá, en mucho, al esfuerzo pionero de Styrbjörn Gustafvsson y de la Editorial Tranan.
Ilustración de Stefan Malmquist

Nota: 
(1) Albert Bonniers Förlag, fundada en el año 1837, es una de las editoriales más antiguas y renombradas de Suecia. En la actualidad, publica unos 150 títulos y unas 80 reimpresiones por año, en las categorías prosa, poesía y literatura especializada. Es la más importante del país de libros de ficción.

domingo, 17 de octubre de 2010

ARGENTINA: CULTURA EN MOVIMIENTO Feria del libro de Frankfurt 2010



La primera impresión que se tiene llegando a la ciudad de Frankfurt es la de una ciudad supermoderna: altísimos rascacielos, boutiques de lujo, restaurantes de calidad y elegantes hombres y mujeres que pasean por las calles disfrutando de un notorio bienestar. Y es que la ciudad de Frankfurt am Main se ha transformado actualmente en una de las ciudades más importantes de Europa. El skyline del distrito financiero, sede del Banco Central Europeo, poco tiene que envidiarle al de Nueva York (lo que le ha valido a la ciudad el apodo de “Mainhattan”). A esto hay que agregarle un aeropuerto enorme (el más grande de Europa y el que ve pasar la mayor cantidad de viajeros, después del de Heathrow), una floreciente industria editorial y un centro de exposiciones monumental donde, entre otras cosas, todos los años se celebra la famosa Feria del libro durante unos días del mes de octubre.

Sin embargo, la ciudad de Frankfurt tiene una larga historia que se inicia en la época en que, como provincia romana, se la llamó Germania Superior. Para la historia de la literatura, Frankfurt se recordará siempre como la cuna de Johann Wolfgang von Goethe, quien nació en esta ciudad un día de agosto de 1749. Fue también en esta ciudad que el célebre poeta, novelista y dramaturgo alemán, a los 25 años de edad, escribió Las penas del joven Werther, la obra más representativa del Sturm und drang, movimiento cultural que inició la etapa romántica en la literatura, la cultura y la filosofía alemana del S. XVIII.

Hoy día, en octubre del 2010, Frankfurt está en la mira del ámbito de la cultura a través de la Feria del Libro, evento que atrae, durante cinco días, cerca de 300 000 visitantes, 150 000 editores y 12 000 periodistas del mundo entero. La Feria es, en realidad, un evento dedicado a la industria en torno al libro antes de su difusión al lector. Editores, traductores, agentes, escritores, libreros, distribuidores, gestores culturales, se reúnen durante unos pocos pero intensivos días para establecer contactos, comprar o vender derechos, ofrecer o recibir ofertas de traducciones, firmar convenios de cooperación, establecer un vínculo con un agente, un escritor o un editor. Los stands de las distintas editoriales sirven de marco para las negociaciones, y los relativamente pocos libros que los adornan están en exhibición y no a la venta. Durante los tres primeros días, la Feria recibe exclusivamente a la gente del gremio. Recién el fin de semana se abren las puertas al público en general, y algunas de las editoriales ponen a la venta los libros. Es decir: más negocios que evento cultural.

Cultura en movimiento

Esta definición, sin embargo, a pesar de no ser incorrecta, es quizás un poco injusta. La realidad es que, a la par de las reuniones de negocios, se realizan constantemente actividades de carácter literario y cultural que atraen tanto a los profesionales como a los aficionados al libro, la lectura y la cultura en general. El acontecimiento más importante cada año es, sin duda, la presentación del país invitado de honor y las actividades en torno a ese pabellón.

Este año, y con motivo del bicentenario que se celebra en varios países de América Latina, la elección recayó en la Argentina. El país del sur tuvo la oportunidad de estar en la mira y de atraer a los visitantes mostrando lo más representativo de la cultura nacional. Y se notó que la Argentina asumió este desafío con entusiasmo.  “Argentina: cultura en movimiento” fue el lema elegido y que intentó reflejar el dinamismo intelectual que es esencia misma del pensamiento crítico y la creación artística del país durante los doscientos años que han pasado desde la independencia de la corona española hasta el presente.

La preparación para la participación en la Feria del Libro de Frankfurt no escatimó recursos. El gobierno argentino, a través del COFRA (Comité para la participación de la Argentina como país Invitado de Honor en la Feria del Libro de Frankfurt), grupo constituido en la Cancillería argentina, creó el llamado Programa Sur en apoyo a la traducción y difusión de obras representativas del pensamiento y la creación artística argentina. Los 20 subsidios que se dispuso otorgar inicialmente se mostraron pronto insuficientes. El número se fue ampliando a medida que nuevas propuestas arribaban. El interés de escritores, traductores y editores en participar del proyecto parecía no tener fin. El número de subsidios se aumentó rápidamente a 100, pero luego de ocho meses, el cupo ya estaba cubierto y las solicitudes seguían llegando. Finalmente se otorgaron no menos de 291 subsidios, que dieron como fruto la traducción de no menos de 237 autores argentinos, a publicarse en 37 países en 32 idiomas diferentes (1), con un presupuesto de 800 000 dólares. Las cifras hablan por sí solas. Ésta fue una apuesta sin precedentes, y benefician sin duda tanto a los autores y al equipo en torno a la producción de los libros, como a los lectores que se beneficiarán por el acceso a los textos.

El pabellón argentino atrajo numerosos visitantes durante los cinco días que duró la Feria. En su mayoría, público de habla hispana, pero también algunos representantes del público local, quienes pudieron participar de las diversas actividades culturales (mesas redondas, lecturas, presentaciones de libros, etc) gracias al eficiente servicio de traducción simultánea que ofreció la Feria. La lista de representantes de la literatura y la cultura argentina en Frankfurt fue nutrida y abarcadora, aunque nos hubiera gustado ver más representantes de las más jóvenes generaciones literarias del país. Entre las escritoras presentes se destacaron Luisa Valenzuela, Ana María Shua, Elsa Osorio, Claudia Piñeiro, Tamara Kamenszain, María Negroni y Diana Bellesi. Entre los escritores, la figura de más convocatoria fue la del reciente Premio Cervantes, el poeta Juan Gelman. Otros apreciados participantes fueron Mempo Giardinelli, Alan Pauls, Federico Jeanmarie, Ariel Magnus, Martín Kohan y Guillermo Martínez. María Kodama atrajo una gran cantidad de oyentes, y muchos se sintieron atraídos por la fantástica interpretación de los tangos de Discépolo de Lidia Borda y su quinteto, un toque infaltable en la presentación de la cultura argentina.

Exhibición más que debate

Y a pesar de la calidad de los escritores presentes, el nivel de las participaciones en las distintas actividades culturales fue, con excepciones, bastante pobre. Desgano, algunas ausencias, ciertas fallas de coordinacion en los horarios, un discurso excesivamente académico en unos, un ego demasiado notable en otros; en resumen: faltó esa fascinación que a veces despierta en el público una figura carismática o un encendido debate literario. Al parecer, las objeciones que el escritor Andrés Rivera adujo para no participar en la Feria (a pesar de haber sido invitado oficialmente) estuvieron bastante cercanas a la realidad: “Los escritores argentinos nos hemos puesto muy pacíficos, no tenemos nada para discutir, si usted lo prefiere, nada para enfrentarnos, nada para polemizar”. La característica de muchas mesas y debates en Frankfurt fue justamente la ausencia de debate. Quizás fue el hecho de representar al país frente a un público fundamentalmente europeo que limitó el desarrollo de las polémicas o el debate cultural profundo que sin duda acontece dentro del país. La cultura “en movimiento” que se anunciaba en el eslogan pareció tomarse un descanso durante estos días.

La organización, sin embargo, fue muy satisfactoria. La presencia argentina fue generosa con el reparto gratuito de varios volúmenes muy interesantes (una antología de la poesía argentina, una antología del cuento argentino, una antología de ensayos, una traducción bilingüe de textos de tangos de Discépolo, un informativo catálogo bilingüe con presentación de la delegación argentina, etc.), además de variado material que parecía no acabarse nunca (bolsas de cartón, señaladores, afiches, postales). El interés del público, sin embargo, se enfrentó con la pertinaz decisión de los organizadores de no vender ninguno de los volúmenes que adornaban los stands de la delegación y de las editoriales argentinas. Las restricciones, por supuesto, no surtieron efecto. Los libros, de a poco, iban desapareciendo. Cuando el estudioso Jorge Monteleone terminó de presentar su hermosa y gruesísima antología (200 años de poesía argentina, editorial Alfaguara), debió confesar, consternado, que los cinco ejemplares que la editorial había traído y puesto en exposición habían sido robados. ¿Quién dijo que la poesía no atrae?

El cierre de la Feria tuvo, para concluír, un cierto toque mágico. En la tradicional ceremonia de cierre, donde el país invitado del año le pasa el testimonio al país que protagonizará el evento al año siguiente, se hizo presente el espíritu del escritor que quizás represente mejor la argentinidad, por lo menos a los ojos del mundo. Islandia, el país de las sagas tan amadas por Jorge Luis Borges, será el invitado de honor de la Feria del libro de Frankfurt el año próximo.



Nota:

(1) Estas 291 obras se publicarán en 37 países: Alemania, Italia, Francia, Brasil, EEUU, Reino Unido, Israel, Suiza, Holanda, Bulgaria, Federación Rusa, Austria, República Checa, Rumania, Portugal, Egipto, Grecia, Polonia, Canadá, Ucraina, Vietnam, Tailandia, Malasia, Hungría, Georgia, Turquía, Croacia, Serbia, Japón, Bélgica, Eslovenia, Noruega, Suecia, Corea del Sur, Armenia, República Popular China y Macedonia. Las publicaciones difundirán las obras argentinas en 32 idiomas: alemán (77 títulos), inglés (37), italiano (33), portugués (24), francés (23), hebreo (14), holandés (10), búlgaro (9), ruso (7), checo (6), rumano (6), griego (5), árabe (5), polaco (5), ucraniano (4), vietnamita (3), croata (2), georgiano (2), húngaro (2), malayo (2), serbio (2), tailandés (2), turco (2), armenio (1), eslovaco (1), coreano (1), esloveno (1), japonés (1), macedonio (1), mandarín (1), noruego (1) y sueco (1).

Las obra aprobadas (algunos títulos fueron traducidos a varios idiomas) comprenden: 162 novelas, 25 libros de poesía, 23 libros de cuentos, 7 antologías, 7 obras de dramaturgia (en total 20 obras), 7 libros de historietas, 7 ensayos histórico-políticos, 6 ensayos, 5 novelas infanto-juveniles, 5 obras de literatura infantil, 3 autobiografías, 3 crónicas, 3 libros de crítica literaria, 3 obras de literatura fantástica, 3 de ficción periodística, 3 relatos cortos, 2 crónicas de viajes, 2 de divulgación, 2 de investigación periodística, 1 de cultura culinaria, 1 de investigación periodística, 1 de memorias, 1 ensayo de economía, 1 nouvelle, 1 relato testimonial, 1 de narrativa infanto-juvenil y de testimonios infantiles, 1 de microrelatos, 1 narrativa completa y 1 antología poética y de cuentos.

Si bien hubo una importante edición de autores clásicos del siglo XIX y XX, la gran mayoría de los autores publicados están vivos (182 de total 237). En su gran mayoría, viven en la Ciudad o en la provincia de Buenos Aires, pero hay también representantes de las demás provincias argentinas. Algunos de estos escritores han vivido o viven en el exterior, 31 de ellos han sido exiliados y uno de ellos, Rodolfo Walsh, fue desaparecido durante la dictadura militar.

Los escritores más traducidos son los siguientes: Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, César Aira, Ricardo Piglia, Rodolfo Walsh, Pablo de Santis, Claudia Piñeiro, Alan Pauls, Ariel Magnus, María Rosa Lojo, Sergio Bizzio, Liliana Bodoc, Mempo Giardinelli, Liniers (Ricardo Siri) y Guillermo Martínez.

Dentro de este trabajo de difusión debe mencionarse la colaboración de las Cámaras de editores argentinos y, en especial, las Representaciones Diplomáticas y Consulares argentinas en el exterior para la difusión de la convocatoria del Programa Sur.

(Información tomada de: Argentina: cultura en movimiento/ Culture in motion/ Kultur in Bewegung, volumen de presentación de la participación argentina en Frankfurt. Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Presidencia de la Nación, República Argentina)

domingo, 3 de octubre de 2010

África tiene la palabra. Feria del libro de Gotemburgo 2010

Afrika har ordet: Africa tiene la palabra


El stand de Letonia, completamente construido en cartón
La Feria del Libro de Gotemburgo no deja de sorprender. Se inició en el año 1985 e inmediatamente atrajo a 5 000 personas. En la actualidad, con más de 100 000 visitantes, es la Feria más importante de los países nórdicos y la segunda en importancia en Europa, luego de la de Frankfurt. A pesar de estos méritos, hasta hace apenas unos años sus organizadores se aferraban a lo cercano y abarcable, y entre los países invitados figuraron Lituania (2005), Estonia (2007) y Letonia (2008). El año pasado, de pronto, soplaron vientos de renovación y el tema elegido fue España y la literatura en lengua española. Esta elección inusual generó nerviosidad en los amantes del orden de este país escandinavo. Tener como invitado al mundo literario peninsular era relativamente fácil de organizar, pero si de pronto había que incluír a una enorme cantidad de escritores de América Latina, la cosa se complicaba notablemente. A pesar de los interrogantes generados, la muestra resultó exitosa y muchos de los escritores que más llamaron la atención llegaron del ámbito latinoamericano. Escritores que, sin embargo, tuvieron que dedicar mucho de su tiempo a explicar que en realidad no existe “la” literatura latinoamericana sino “las” literaturas latinoamericanas.

Editorial Weyler
Después de esta especie de cóctel literario podríamos creer que los organizadores de la Feria pensaban calmarse y retornar a lo conocido y manejable.  Pero el tema de este año resultó aún más arrojado: África. África, ese continente magnífico e inabarcable, con su diversidad de culturas, idiomas y expresiones artísticas. ¿Cómo resumir y organizar una muestra representativa de este espacio literario tan poco explorado para el ojo europeo? Si tenemos en cuenta factores como la fuerte tradición oral, la diversidad de idiomas y dialectos a lo largo del continente, la carencia de editoriales africanas de peso, los pocos textos traducidos y la dificultad de muchos escritores de lograr difusión internacional, el tema era un desafío. Y sin embargo, el éxito fue rotundo.

Claro que afloraron una serie de críticas, en su mayoría muy justificadas. Se criticó a los organizadores de intentar simplificar la diversidad africana para adaptarse a la mirada europea; al exotismo como forma de abordaje de lo diferente; a la actitud paternalista para con los creadores del continente africano, etc. Por supuesto que todos estos son riesgos latentes, y el cuestionamiento de las formas de abordaje a la literatura africana debe mantenerse vivo, pero la curiosidad intelectual, la alegría de conocer escritores y textos de un continente aún inexplorado fue más grande. 70 escritores provenientes de 28 países africanos visitaron la Feria y participaron en charlas, mesas redondas, seminarios, presentaciones de libros, entrevistas y – no menos - en fiestas y homenajes durantes cuatros intensos días. El otoño sueco se vistió de fiesta.
El éxito de estos días de intensiva exposición mediática fue posible gracias al trabajo incansable de varias personas que realmente hicieron su trabajo con entusiasmo y alegría, entre ellos Carin Norberg, la directora del Instituto Nórdico Africano (Nordiska Afrikainstinstitutet) y el editor sueco Svante Weyler, dueño de la editorial del mismo nombre. La presencia de África en Gotemburgo se hizo posible gracias a la colaboración del mencionado Instituto, los editores suecos y africanos, la asociación sueca de escritores (Sveriges författarförbund) y, sobre todo, gracias al financiamiento de SIDA, el órgano sueco de cooperación internacional y desarrollo. El aporte de las editoriales que decidieron publicar traducciones de una gran cantidad de escritores africanos fue fundamental y dará seguramente frutos en el futuro.

Africanos en la diáspora

Entre los escritores africanos presentes se destacó, naturalmente, la presencia de la escritora sudafricana Nadine Gordimer, Premio Nobel de Literatura 1991, quien inmediatamente dió muestras de protagonismo y coraje político llevando la iniciativa de una proclama donde se critican las nuevas leyes del gobierno sudafricano que coartan la libertad de expresión en el país. Otros destacados participantes de la Feria fueron la egipcia Nawal al- Saadawi y el mozambiqueño Mia Couto.

Alain Mabanckou
Si bien es siempre interesante escuchar a figuras de renombre y trayectoria como las mencionadas, lo más reconfortante de la Feria fue, a nuestro entender, la visita de los más jóvenes y menos conocidos representantes de la literatura del continente africano que, dando muestras de vitalidad, alegría y madurez, se concentraron en los aspectos positivos de dar a conocer su literatura al mundo, sin lamentos ni quejas por las dificultades experimentadas durante el camino. Uno de los escritores más carismáticos presentes en Gotemburgo fue sin duda el congolés Alain Mabanckou, nacido en 1966 en Point Noire, Congo Brazaville, y actualmente profesor de Literatura francesa en la Universidad de California. Mabanckou, residente en Los Angeles desde 2002, es autor de cinco novela, seis libros de poesía y numerosos relatos aparecidos en diversas publicaciones en francés.

Mabanckou presentó en Gotemburgo la traducción al sueco de su libro Memorias de un puercoespín, donde retoma la tradición africana que sostiene que todo ser humano tiene a un animal como doble. La voz narradora la lleva un simpático puercoespín, a quien le ha tocado la buena o mala suerte de ser el doble de un malandrín, hijo de un carpintero, cuya vida va barranca abajo. El relato, enriquecido por el humor y la distancia de la perspectiva animal, es una reflexión sobre la naturaleza del ser humano, con sus limitaciones y sus torpes intentos de encontrarle sentido a ese corto período sobre la tierra que denomina vida. La novela, pese a su tono juguetón, no carece de peso y en muchas reflexiones que espontáneamente despiertan una sonrisa se ocultan temas de gran profundidad.

Petina Gappah
Otra figura destacada entre los muchos escritores africanos que visitaron la Feria fue la zimbabwense Petina Gappah, quién presentó su libro Lamento por Easterly, una serie de cuentos que nos introducen en la vida cotidiana de la Zimbabwe de Robert Mugabe. Gappah, al igual que Alain Mabanckou y muchos otros escritores jóvenes africanos, ha vivido gran parte de su vida fuera de África. Nacida en 1971 en Zambia, creció en Zimbawbe y es abogada con examen en Cambridge (Gran Bretaña), Graz (Austria) y en la Universidad de Zimbabwe. Petina Gappah vivió hasta este año (en que retornó a Harare) en Ginebra, Suiza, donde se desempeñó como abogada con especialización en transacciones comerciales con los países en desarrollo. Además de su trabajo como abogada, Gappah escribe crónicas en el periódico sudafricano Sunday Times y lleva un blog muy visitado. Lamento por Easterly es su debut como escritora, y ha recibido premios (Guardian first book Award, otorgado por el periódico británico The Guardian), elogios de la crítica y el aprecio de una gran cantidad de lectores.  


Éstos son solamente dos ejemplos de la pluralidad de escritores que visitaron la Feria, y a ellos se pueden agregar figuras como Nuruddin Farah (Somalia), Maissa Bey (Argelia), Shailja Patel (Kenia), Ondjaki (Angola) y otros. Sin dudas es imposible resumir a todo un continente, compuesto por 53 países con más de mil lenguas, en apenas unos días. El esfuerzo, sin embargo, ha rendido frutos en el interés creciente de los lectores y de todos los que nos acercamos a la literatura africana con curiosidad, interés y deseos de difundirla.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Elecciones en Suecia: ¿el fin de una era?


Olof Palme (1927-1986)

Fue una soleada mañana de marzo de 1986 cuando llegué por primera vez a la ciudad de Estocolmo. No sabía entonces que, con ciertos intervalos, sería la ciudad donde viviría durante más de veinte años.

Pero esa mañana fue una mañana de euforia, de asombro, de maravillarme de esa ciudad tan bella, con sus canales, sus edificios medievales, su aspecto de cuento de hadas. La nieve todavía cubría suavemente las calles, y desde el pequeño departamento en el que vivía tenía una vista muy hermosa hacia una parte céntrica y típica de la ciudad. Luego de instalarme (la estancia duraría seis meses), bajé hacia la calle céntrica más cercana para dirigirme al metro. Cuál fue mi asombro al ver a una multitud de gente reunida en torno a una alfombra de rosas, exactamente a la salida del túnel que comunicaba dos calles principales y sobre el cual quedaba ubicada mi flamante vivienda. Alrededor de este mar de rosas, círculos de personas de rostros afligidos lloraban silenciosamente y se consolaban unos a otros. ¿Qué había sucedido? Pronto sabría la respuesta: apenas unos días antes, la noche entre el 28 de febrero y el 1 de marzo de 1986, el primer ministro Olof Palme había sido asesinado. 

Suecos rindiéndole homenaje a Olof Palme el día de su asesinato

 Un torbellino de pensamientos me asaltó. Venía de haber vivido siete años de dictadura militar en la Argentina (además de una guerra cruel), y de día a día revivir el trauma a través de los testimonios que de a poco iban surgiendo en mi país y que testificaban las terribles violaciones a los derechos humanos cometidas durante esos años. El país buscaba desesperadamente la esperanza, apostaba por la democracia pero se desgarraba en las amnistías, las Comisiones de la verdad, los juicios, el trabajo mental de elaborar todo lo sucedido durante esos años.

Suecia, en cambio, era para mí el modelo ideal de sociedad. Un país donde la riqueza estaba justamente repartida entre sus habitantes, donde la igualdad de los sexos había llegado más lejos que en cualquier parte del mundo, donde la democracia y la libertad de expresión se ejercían diariamente como la cosa más natural del mundo. Un país a la vez moderno y solidario, que abría sus puertas a los perseguidos de todo el mundo, como lo demostraba su población de aspecto multicultural.

El asesinato de Olof Palme conmovió al país, y los interminables procesos de investigación posterior, que nunca lograron aclarar el crimen, dejaron como consecuencia un trauma que aún sigue vigente en la memoria colectiva del país. Pese a estos hechos, tanto los grupos políticos dirigentes como el pueblo en general siguieron convencidos de que la apertura y la tradición de que los líderes políticos pudieran moverse libremente como cualquier ciudadano común, debían ser mantenidos (Olof Palme había ido al cine con su esposa la noche de su asesinato y ambos caminaban tranquilamente por una calle solitaria, sin escolta ni guardaespaldas, de regreso a su hogar). A pesar de que muchos barajaban la teoría de que ciertos grupos extremistas de Kurdistán tenían que ver con el asesinato, no se elevaron voces racistas o xenófobas. Lo mismo sucedería años después, el 10 de septiembre de 2004, cuando la popular Ministro de Relaciones exteriores Anna Lindh fuera acuchillada por el psíquicamente inestable joven Mihailo Mihailovic (nacido en la ex Yugoslavia), cuando ella se encontraba en una galería paseando con una amiga. Nadie culpó colectivamente a los extranjeros ni se iniciaron campañas contra inmigrantes.

Con la excepción del período 1991-1994, cuando el Partido Nueva Democracia (Ny Demokrati) llegó a ubicarse en el Parlamento y exigió, como una de sus disparatadas exigencias, que la inmigración debía disminuirse radicalmente, las voces intolerantes no han tenido eco en el ambiente político de Suecia. El partido Nueva Democracia se desintegró de a poco por peleas internas y falta de apoyo político y ya no existe. Este año, sin embargo, la historia puede repetirse.

Mañana, 19 de septiembre de 2010, es día de elecciones en Suecia y dos bloques se disputan el poder. Más allá de las preferencias personales, ambos grupos representan partidos de larga tradición democrática. Sin embargo, si hemos de creerle a las numerosas encuestas de opinión que se han publicado, un nuevo partido hará su entrada en el Parlamento Sueco: los autodenominados Demócratas de Suecia (Sverigedemokraterna), un partido xenófobo y reaccionario, que ha hecho de su exigencia de frenar la inmigración su número principal.


¿Entrarán o no los Demócratas de Suecia al Parlamento? ¿Serán los que tendrán la capacidad de equilibrar la balanza entre los bloques, si ninguno de ellos logra la mayoría? ¿Propagarán su política de prejuicios y miedo ante lo diferente? Continuarán con su campaña de difamación de los musulmanes, sin distinción entre religión y fanatismo? Será, en ese caso, una desgracia para Suecia, que ha logrado mantener a los grupos rasistas y xenófobos fuera del Parlamento durante todo este tiempo.

Esperemos que los pronósticos se equivoquen y que Suecia siga manteniéndose firme en su tradición solidaria y de igualdad de derechos para todos sus ciudadanos, independientemente del color de su piel, su origen o su religión. Mañana se sabrá.

Placa a la memoria de Olof Palme, en el lugar de su asesinato


Estocolmo, 18 de septiembre de 2010

martes, 7 de septiembre de 2010

Un club selecto. Los ignorados por la Academia Sueca


El inicio del mes de septiembre en Estocolmo no sólo significa la llegada del otoño con su explosión magnífica de colores, sino que también marca una fecha decisiva en uno de los acontecimientos más renombrados del mundo de las letras. Es en septiembre que la Academia sueca decide quién será el ganador o la ganadora del Premio Nobel de Literatura y, por unos días, el foco de atención del ambiente literario internacional se centra en Suecia. La decisión final se anuncia oficialmente el primer jueves de octubre y la ceremonia de entrega es el 10 de diciembre, aniversario de la muerte del inventor y empresario Alfred Nobel, fundador del Premio. El galardonado recibe, además del reconocimiento internacional, la suma de diez millones de coronas y una medalla de oro de manos del rey Carlos Gustavo XVI.

Ya durante el mes de junio, en la última sesión antes de las vacaciones europeas, los miembros de la Academia concluyen su trabajo de selección previa (que ya hemos comentado anteriormente) y la llamada “lista corta” de cinco nombres queda definida. La decisión final se hace pública en octubre cuando el actual Secretario, el historiador Peter Englund, abre las puertas de la Academia a la prensa internacional. Y cualquiera sea la decisión, siempre habrá disconformes. Es inevitable cuando se trata de decidir en literatura, música u otras expresiones artísticas. ¿Quién decide cuál es el mejor? ¿con qué criterios? ¿desde qué punto de vista? La labor de la Academia Sueca es, sin embargo – a nuestro entender - una de las más serias y confiables de la actualidad. Pero no siempre ha sido así. 


La Academia Sueca, fundada en 1876 por el rey Gustavo III, tuvo como modelo de inspiración a la Academia Francesa. Su función principal fue consolidar la posición del idioma sueco y elaborar una gramática y un diccionario. En el año 1900, la Academia recibió el ofrecimiento de ser la institución encargada de llevar a la práctica el testamento deAlfred Nobel: designar al ganador del flamante Premio Nobel de Literatura. No todos los académicos se entusiasmaron con la empresa. No consideraban afin a la labor de la Academia el funcionar como jurado de un incomprensible premio literario, que nadie sabía bien con qué criterios debería manejarse. El Secretario permanente de entonces, Carl David af Wirsén, era un reconocido poeta y lingüista de ideas conservadoras, que bregaba por la “pureza” del idioma y se negaba a reconocer neologismos y a apreciar escritores que rompieran con la tradición literaria imperante. Af Wirsén aceptó, sin embargo, el papel de la Academia como institución ejecutora de la voluntad de Alfred Nobel.

Las lista de galardonados por la Academia, sobre todo durante el primer decenio de trabajo (af Wirén falleció en 1912), reflejan claramente los ideales y la valoración artística de su Secretario, quien ejercía una fuerte influencia sobre los demás miembros de la institución. Muchos nombres que se consideraban insoslayables para la obtención del Premio fueron desechados por af Wirsén por no ajustarse a sus opiniones acerca de qué valores una obra literaria debía reflejar.


El club de los diez

Es fácil, a más de cien años de distancia, criticar las decisiones de la Academia. Ciertos escritores que obtuvieron el galardón son hoy día absolutamente desconocidos (algunos injustamente), y nombres que hoy nos parecen imprescindibles se obviaron. Sin embargo, cada una de estas omisiones tiene una explicación. La periodista sueca Lina Kalmteg del periódico Svenska Dagbladet preparó una lista de diez personalidades que, a su juicio, merecían el Premio, pero que por una razón u otra quedaron excluidos. Son los siguientes:
Émile Zola

Émile Zola (1840-1902): el famoso novelista francés fue considerado por muchos el candidato ideal para recibir el primer Premio Nobel de Literatura en 1901. Su compromiso en el caso Dreyfus, que le valió el exilio, le dió una dimensión social y política a su fama de escritor, que ya lo había consagrado como la figura principal del naturalismo literario. Fue propuesto por varios académicos, pero se topó con la intransigente negativa del Secretario permanente Carl David af Wirsén, quien consideraba los elementos fundamentales del naturalismo, con su cinismo y su descripción cruda y a veces demasiado explícita de las violentas condiciones de vida de los grupos marginados de la sociedad, como ajenas al espíritu elevado de la literatura que, según su interpretación, Alfred Nobel había exigido de los artistas. En lugar de Zola, fue el poeta francés Sully Prudhomme quien recibió el Premio, un escritor que no ha dejado demasiadas huellas. Emile Zola falleció al año siguiente y se convertiría en el primer gran ignorado por la Academia. El Premio Nobel de literatura tuvo un inicio poco afortunado.
León Tolstoy

León Tolstoy (1828-1910): Propuesto ya desde 1902, se considera uno de los más célebres ignorados por la Academia. A pesar del reconocimiento que Tolstoy recibió en vida de parte de la intelectualidad europea y sueca, nunca fue considerado actual para el Premio Nobel por el ala tradicionalista de la Academia.

Henrik Ibsen (1828-1906): El dramaturgo noruego fue descalificado por af Wirsén por los mismos motivos que Zola y Tolstoy. Su obra, según el tradicional Secretario, no alcanzaba el nivel de “idealismo” al que aludiría Nobel en su testamento. El nombre de Ibsen se discutió en el año 1902, pero ese año recayó el Premio en otro noruego, el poeta Björnstjerne Björnson, cuya poesía, si bien apreciada en su país, nunca llegó a la magnitud de la obra dramática de Ibsen.
August Strindberg

August Strindberg (1849- 1912): Uno de los escritores suecos más destacados de todos los tiempos. Cronista, narrador y dramaturgo, August Strindberg no recibió nunca el reconocimiento oficial de la Academia. El autor de El alegato de un loco fue siempre una figura controversial, un provocador amante de las polémicas y los escándalos, que más de una vez dirigió duras críticas a la misma Academia. Cuando la escritora sueca Selma Lagerlöf recibe el Premio en 1909, quedó claro que Strindberg nunca lo recibiría.

James Joyce (1882-1941): Otro célebre ignorado por la Academia. El trabajo innovativo y lingüísticamente revolucionario de James Joyce fue simplemente incomprendido por una Academia sueca aún cerrada en parámetros estéticos tradicionalistas. Los autores premiados durante los años 30 (cuando Joyce habría tenido su oportunidad) están en completo contraste con la obra del célebre irlandés. Recién en los años 40, con el ingreso de nuevos miembros a la Academia, se inicia la apertura y el aprecio creciente por escritores que rompieran con la tradición imperante y abrieran caminos nuevos de expresión literaria, pero sería demasiado tarde para Joyce, quien fallece en 1941.

Marcel Proust (1871-1922): No sorprende tanto la ausencia del célebre novelista francés si pensamos que la totalidad de su obra monumental En búsqueda del tiempo perdido no llegó a publicarse hasta después de su muerte (el Premio Nobel no puede otorgarse en forma póstuma).
Virginia Wolf

Virginia Woolf (1882-1941): No es ningún secreto que no abundan las mujeres premiadas durante las primeras décadas de instaurado el Premio, y que varias de las pocas galardonadas (por ejemplo la muy criticada elección de la prolífica novelista americana Pearl Buck) no respondían a los criterios de calidad tan basunados por los Académicos. En todo caso, el nombre de Woolf nunca figuró en las discusiones de los académicos, entre quienes segurament el genio de la Woolf no encontraría ningún apoyo o comprensión.

Franz Kafka (1883-1924): Si bien muchos se sorprenden de que el escritor checo nunca haya recibido el Premio Nobel, en este caso no se puede culpar a la Academia. La mayor parte de la obra de Kafka fue publicada póstumamente, y según las reglas de la Academia, el Premio Nobel no puede ser otorgado luego de la muerte del escritor.

Graham Greene (1904-1991): Fue mencionado como candidato durante decenios, pero se topó con la empecinada negativa del académico Artur Lundqvist, cuya fuerte personalidad ejercería una influencia muy grande en las decisiones de la Academia. A Lundqvist sencillamente no le gustaba la obra de Greene, y cuando en 1983 se dió a conocer el nombre de otro británico como acreedor del Nobel - William Golding-  se dió por sentado que Greene había perdido su oportunidad.
Jorge Luis Borges

Jorge Luis Borges (1899-1986): El nombre de Borges circuló con frecuencia ya desde fines de los años 60, pero pronto quedó claro que Artur Lundqvist, el académico experto en literatura en lengua española, no estaba dispuesto a permitir que se le otorgara el Premio al célebre escritor argentino. Como motivo aducía simplemente que la calidad de la obra de Borges no alcanzaba las exigencias de la Academia, pero muchos de sus allegados afirmaban que Lundqvist nunca le perdonó sus palabras de apoyo a la dictadura de Augusto Pinochet. Cuando el poeta chileno Pablo Neruda fue galardonado con el Premio Nobel en 1971 quedó claro que Borges nunca recibiría el galardón.


Esta es la interesante lista de Lina Kalmteg, pero sirve solamente de indicador. Se podrían agregar muchos nombres que pudieron haber sido premiados durante la época que comentamos (Henry James, Anton Tjechov, Joseph Conrad, Bertold Brecht y muchos otros). Hoy en día, la Academia se ha modernizado enormemente y su trabajo se realiza de manera muy profesional. Es notable, entre otras cosas, el aumento de mujeres a la lista de los premiados durante los últimos años, así como la variación de nacionalidades y sobre todo de edades (varios escritores relativamente jóvenes lo han obtenido últimamente). Sin embargo, con toda seguridad, cada uno de nosotros tiene algún favorito que agregar a la lista. Un consuelo para todos aquellos escritores que este año no reciban el Premio Nobel de Literatura: la lista de ignorados es tan brillante – o más – que la de los premiados.